Un sistema de autoconsumo supone una inversión a largo plazo que genera importantes ahorros durante la vida útil de la instalación, típicamente más de 25 años. Desde el punto de vista económico se puede asemejar a un producto financiero cuyos parámetros de rentabilidad se pueden analizar y evaluar. Vamos a ver algunos de estos indicadores para poder entender el rendimiento económico que podemos obtener con una instalación de autoconsumo desde distintas perspectivas y poder comparar diferentes soluciones o propuestas.
En primer lugar, debemos aclarar algún aspecto de la propia inversión a realizar. Para poder comparar distintas soluciones únicamente desde el punto de vista de la inversión, hay que tener en cuenta la potencia de la instalación. Típicamente se habla de la potencia pico, que consiste en la suma de la potencia en las condiciones de referencia de los módulos. Para saber si una solución es más o menos competitiva que otra debemos analizar el ratio entre el total de la inversión y la potencia pico. Hay distintos factores que hacen que se pueda conseguir un mejor o peor ratio €/Wp, especialmente en instalaciones residenciales, como puede ser la complejidad de la instalación eléctrica, la tecnología empleada, el tipo de tejado o cubierta, la accesibilidad… Adicionalmente, al ser habitualmente instalaciones relativamente pequeñas hay costes fijos que tienen un mayor impacto en los sistemas de menor potencia, por lo que es más sencillo conseguir un coste más competitivo con instalaciones más grandes. El coste de la instalación en €/Wp es un indicador interesante para entender cómo de competitiva es una solución, pero no debe ser el único factor a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión.
Para el cálculo de los parámetros de rendimiento económico a partir de la inversión inicial es fundamental hacer una correcta estimación de la generación que tendrá el sistema y de los consumos de la vivienda, ya que son la base sobre la que se calculan los ahorros obtenidos, teniendo en cuenta la tarifa que se paga por el término de energía en la factura de la luz. Para la proyección de los ahorros que se generan durante la vida útil de la planta, se debe tener en cuenta por un lado la degradación que se produce en los módulos, que implica una pequeña bajada de potencia cada año, y la evolución estimada del precio de la electricidad.
Adicionalmente a los ahorros por autoconsumo directo, en caso de acogerse la instalación al mecanismo de compensación simplificada de excedentes, se puede estimar el ahorro adicional que puede obtenerse mes a mes con los excedentes.
Teniendo en cuenta la inversión inicial y el ahorro estimado año a año, se puede calcular el periodo de retorno, que consiste en el tiempo que se tarda en recuperar a través de los ahorros la inversión inicial. Una vez superado ese tiempo, durante el resto de la vida útil de la instalación todos los ahorros son beneficios directos que se obtienen. Habitualmente este valor se encuentra entre 4 y 7 años dependiendo de las condiciones particulares de la instalación y de si son de aplicación alguna de las subvenciones existentes para fomentar el autoconsumo residencial.
A partir de la inversión inicial y los ahorros generados en cada año, se puede calcular la rentabilidad de la inversión o tasa interna de retorno (TIR). En aplicaciones residenciales, la TIR suele estar en el rango del 10% al 20%, valores muy atractivos y difícilmente alcanzables con otro tipo de inversiones de bajo riesgo como es un sistema de autoconsumo.
Finalmente, otro parámetro interesante de valorar es el coste medio de la energía autoconsumida. Este valor se puede calcular teniendo en cuenta la estimación de energía generada y consumida en la vivienda durante toda la vida útil de la instalación y el coste de la inversión a realizar. Este valor puede compararse con el precio al que se paga a día de hoy la electricidad que se consume de la red para entender el ahorro que puede suponer el autoconsumo. Especialmente si se tiene en cuenta que ese valor es fijo y de aplicación para los 25 años, mientras que el precio de mercado evolucionará y variará.
En definitiva, la instalación de un sistema de autoconsumo residencial supone una inversión rentable, que nos permite generar beneficios año tras año al mismo tiempo que reducimos nuestra huella de carbono aumentando la generación renovable.